Estoy muy nerviosa y muy emocionada, y como sabía que iba a
estarlo no voy a improvisar, he decidido leer. Tengo mucho que agradecer y no quiero olvidarme de nadie ni de nada.
En primer lugar y fundamental a Fernando Musante, mi
compañero, que me bancó estoicamente en los momentos más difíciles de todo este
proceso que fue duro, fue triste, fue enloquecedor. El primer tiempo de extremo
dolor; el tiempo de decidir si editar o no este libro; el tiempo de dudas y
correcciones; y estos últimos días de ansiedades y nervios. Y también agradecerle porque ha trabajado
mucho para que todo esto de hoy en la Presentación salga bien.
A Ture Salvatore, Ture, y a Fernando Belvedere, el Belve.
Editor y Director de Arte de Grupo Editorial Sur/Lamás Médula. Ambos le han
dedicado tiempo, esfuerzo, talento y amor a la edición de mi libro. Amor por
sobre todo. Cada encuentro con Ture ha sido muy especial. El y Belve se han
preocupado por cada punto, por cada coma , por cada imagen. Han trabajado mucho
y me han tenido mucha paciencia. El libro es un hecho y es bellísimo gracias a
ellos dos. Y también les agradezco el título del libro. Que es un hallazgo y lo
eligieron ellos.
Ya en el libro le agradezco y le estaré para siempre
agradecida a Olga Cosentino, que generosa y amorosamente me prologó,
prestigiando y legitimando mis escritos. Realmente no sé si yo me hubiera
animado a editarl finalmente el libro si no me hubiera llegado el Prólogo de
Olga, que me llegó en los primerísimos minutos del 19 de enero de este año y
que la mayoría de ustedes saben, es mi cumpleaños. Parece mentira, parece que
no puede ser, pero fue así. En los primeros minutos de mi cumpleaños me llegó
el mail que tenía el Prólogo y fue un manto de amor. Como dije, le voy a
agradecer por siempre esa generosidad. Y
vuelve a ofrecerme hoy su palabra, su presencia y su cariño.
A Francisco, amigohermanoymuchomas. Que no sólo va a cantar
en esta noche sino que ha sostenido este libro desde su gestación. Desde antes
de que yo supiera que este libro iba a ser una realidad, él ya estaba ahí
sosteniendo.
A Mónica Santibáñez, amiga. Exquisita actriz. Me emocionó
muchísimo cuando me ofreció amorosamente estar acá hoy y prestarme su voz y sus
emociones para leer algunos textos. Eso para mí es un regalo enorme, porque yo
sé que Mónica no se ofrece habitualmente para leer en este tipo de eventos. Y
sin embargo, ni bien yo anuncié que el libro entraba a imprenta ella me
escribió diciéndome: “Matu, cuando el libro se presente yo quiero estar ahí y
leer”.
A Lautaro, mi hijo. Qué puedo decir… Yo necesitaba que él
estuviera acá hoy. Yo siempre necesito que él esté. Y él está acá hoy. Como
siempre. Como desde hace tantos milenios.
A mis sobrinas. Marina, Magdalena y Melina, las hijas de
Delia. A ellas les agradezco tanto que estén. Para mí es mucho más que una
emoción que hoy me acompañen. Para mí era imprescindible que ellas estuvieran
acá hoy.
A Lili Flores, que es la hermana de mi hermana y no puedo
decir mucho más. Lili es la hermana de mi hermana. Ella para mí ha sido, es, un
sostén en mi dolor y yo siento que he sido, soy, un poquito para el suyo que es
idéntico.
A Argentores. Estoy muy agradecida de presentar mi libro en
este lugar que habito diariamente. Estoy muy agradecida por la forma en que me
lo han ofrecido y por la forma en que me han ayudado a concretar esta
presentación. Es una alegría y un gran reconocimiento para mí poder estar en
este espacio y recibir aquí a mis afectos para presentar mi libro y homenajear
a Delia, que supo recorrer los talleres de este lugar antes de que yo trabajara
aquí. Gracias Argentores. No voy a nombrar a nadie en especial porque considero
que ha sido la entidad la que hoy me abre sus puertas de una forma muy amorosa.
Y gracias a todos, todos, todos y cada uno de ustedes. De
verdad los que están hoy acá es porque yo he necesitado que estén. Y les
agradezco con el alma la presencia.
La idea es que celebremos el nacimiento de un libro. Un
libro que celebra la vida de Delia. Su vida y mi vida junto a ella. Como digo
en varias de esas páginas soy la que soy en un 90% gracias a ella, a su
compañía, a su sabiduría, a su consejo, y también, por qué no, a sus retos y sus
enojos. Delia no fue sólo mi hermana mayor. Fue sostén, maestra, compañera,
amiga, compinche, cómplice y hermana mía. Ella fue quien lo definió así una
vez, ella dijo: “Stella no es sólo mi hermana. También es hermana mía”. Y para
mí fue para siempre así. Y así era. Y así es en esta nueva forma de su
existencia que voy acomodando en mi camino como puedo.
Y para celebrar tendremos en un principio la palabra de
Olga, la voz de Francisco, la guitarra y la voz de Lautaro, y la voz de Mónica
leyendo algunas de mis palabras.
Voy a darle, entonces, la palabra a Olga Cosentino.
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